Dentro de esta nueva edición del festival tuvo lugar asimismo la “Reunión de camiones americanos, clásicos y decorados” por séptimo año, impulsada por Santiago Gracia. La reunión comenzó en la misma ciudad de Alcañiz, cuyo ayuntamiento tuvo la amabilidad de reservar un aparcamiento acorde al tamaño de dichos vehículos, ascendiendo el número de estos a 37 camiones de todas las épocas y modelos.
Ese sábado día 29 los asistentes a dicha reunión pudieron disfrutar de un recorrido didáctico por la histórica ciudad. De esta manera se realizó una visita guiada a los lugares más emblemáticos de Alcañiz. La primera parada fue el Castillo de los Calatravos, fascinante tanto por su arquitectura y por las pinturas murales góticas de su torre del homenaje, como por las cuestas que deben ser subidas para acceder a su interior. A continuación, se visitó la Iglesia de Santa María la Mayor, famosa por su fachada principal y por los distintos periodos arquitectónicos que comprende la historia de su construcción. La visita concluyó en los pasadizos subterráneos de Alcañiz, en concreto la zona que comprende la nevera y la bodega, las cuales se encuentran bajo la Plaza de España de Alcañiz.
Tras la visita, y con gran apetito, se realizó una parada para recuperar energías en el “Restaurante Trillero”, cuyo menú fue del gusto de todos. A las cuatro de la tarde, los asistentes a la reunión se dirigieron al circuito de Motorland, donde se celebra el campeonato de MotoGP, para dar dos vueltas en exclusiva al trazado permanente del mismo.
Presentación sorpresa
Más tarde aconteció la presentación sorpresa de dos vehículos especiales, un VW Escarabajo Hot Rod de Santiago Gracia, con un motor de 1.600 cc, y un Rat Rod de Nachete Gómez con cabina de camión Ebro C500, ejes de Nissan Patrol y propulsado por un motor de Ford Sierra de 2.000 cc. Ambos amenizaron la tarde y se generaron charlas distendidas a su alrededor patrocinadas por nuestro amigo Andrés Yus, de la empresa “LogisBar” de Alcañiz, quien puso a disposición de los participantes una serie de refrigerios que siempre son muy agradecidos.
A las siete de la tarde, los camiones se dirigieron a la ciudad para realizar tres vueltas por sus principales calles y asombrar a sus habitantes tanto por la edad de los vehículos como por su decoración, así como para sorprenderlos con sus potentes bocinas. Todo ello asistidos por la magnífica colaboración de la Policía local y Protección civil, cuya presencia garantizó la seguridad del evento.
Por último, llegadas las nueve y media los camiones regresaron a su aparcamiento reservado, donde reposarían hasta el día siguiente, mientras que sus dueños y acompañantes se dirigieron a cenar al “Restaurante Epsilon”, para más tarde dejarse llevar por la música en una discoteca local.
Exposición de los vehículos
El día siguiente comprendió la exposición de los vehículos en el aparcamiento del circuito de Motorland para el deleite visual de los asistentes al mismo. La mañana estuvo repleta de charlas informales, anécdotas compartidas, y un mercadillo de repuestos y maquetas, aunque este último fue más escueto que el de años anteriores. A las 12 de la mañana se convido a los expositores a un excelente vino español, donde tuvo lugar un abundante ágape, patrocinado por el “Club de vehículos históricos Bajo Aragón de Alcañiz” y “Bar-Restaurante Las Orcas”. El ágape concluyó con una entrega de premios a los asistentes a la “Reunión de camiones americanos, clásicos y decorados”, tales como el conductor más joven o el visitante más lejano entre otros.
Cuando el reloj marcó las 14:00 el circuito acogió una vez más a los camiones para que estos diesen dos vueltas de honor, esta vez en compañía del resto de vehículos de menor tamaño. Al concluir el paseo por el circuito, la reunión llegó a su fin entre despedidas de los asistentes deseándose unos a otros un buen viaje de vuelta a sus respectivos hogares y el deseo de reencontrarse el año próximo.
Nuestro agradecimiento al Ayuntamiento de Alcañiz, la organización del circuito de Motorland, Santiago Gracia, Andrés Yus y a todos los asistentes al evento.
Gonzalo Garós
