OPERACIÓN PRINCIPITO: La aventura del traslado de un Pegaso Europa con acerbi

Ángel Luis Yuste narra en primer persona cómo fue el traslado de este vehículo desde Juneda (Lleida) hasta Benisanó (Valencia).

El día del traslado estaba ahí; sí, había llegado. Después de diversos aplazamientos por papeleo, climatología adversa, el domingo era el día acordado. Mi amigo Ramón, un empedernido fan de todo aquello que tiene que ver con el mundo del motor en general y con los camiones veteranos en particular, había descubierto un Pegaso Europa con acerbi a la venta; concretamente un tercer eje de la marca Axemad. Sí, un auténtico rara avis en el mundo de los Pegaso; puesto que dos ejes hay varias decenas restaurados así como matriculados históricos. Pero tres ejes escasean.
Es probable que la pasión de Ramón se viese incrementada cuando descubrió y disfrutó de algunos paseos con mis dos Pegaso Europa restaurados; uno rojo y el otro blanco. Matizo el color puesto que ello tiene que ver con el título del reportaje. Mi sobrina pequeña, María Yuste, decidió, con una lógica arrebatadora que si el Europa Rojo era Caperucita y el blanco Blancanieves, este que es blanco y azul debería ser conocido como Principito.
 
Una nueva oportunidad
Para despejar de dudas el tema, lo mejor era ir a verlo en persona. Así que un domingo del mes de noviembre nos desplazamos a Lleida. Sus propietarios no sabían muy bien lo que iban a hacer con un camión sin uso industrial y ya arrinconado en una de sus naves. Pero nosotros, sí que lo teníamos claro: darle una nueva oportunidad. La presencia del mismo era impactante; entre otras cosas por el empaque de una caja para cereales enorme con cartolas muy altas (más de tres metros). El camión estaba en marcha con su característico sonido del motor 170 cv al ralentí: sin ningún desperfecto aparente, sólo las marcas que el paso del tiempo resaltan en un vehículo industrial cercano a los cincuenta años. Basculante, caja de madera y freno eléctrico…  Documentación original de la época (llaves, libro de mantenimiento…) ¿Qué más se nos podría ofrecer? Bueno, sí, una cosa: empezar el trato.
 
La Operación Principito empezaba a rodar
Ramón, Javier –amigo personal y fan de todo aquello que lleve un motor- y yo mismo dispusimos en el coche de apoyo diversos instrumentales: baterías, pinzas, una caja de herramientas, correas, etc. La Operación Principito empezaba a rodar. A rodar, pues el camión sí o sí había de llegar a su nuevo hogar por sus propios pies. La cuestión de alquilar una góndola se descartó hacía tiempo; ello hubiese roto el encanto de conducir un auténtico camión Pegaso. Aunque albergábamos ciertas dudas sobre su comportamiento real en carretera y las exigencias de la misma. Salimos de casa a las seis de la mañana, y a la llegada a La Pobla de Mafumet, ya en Lleida y cerca del objetivo, paramos a desayunar. Un buen augurio fue comprobar que en esa localidad había una concentración de coches clásicos. Y ello nos dio todavía más confianza.
 
En marcha
A las diez de la mañana teníamos el objetivo a la vista en Juneda. Los saludos de rigor, finiquitar papeleos y un café con la agradable compañía de los propietarios de Principito, fue el preámbulo feliz de su puesta en marcha, última para unos y primera para otros. El camión arrancó sin novedad al cuarto de vuelta de la llave de contacto y enseguida cargó aire (luego durante la marcha comprobaría que se quedaba con la carga de aire debida pero no descargaba). Y algún que otro pequeño contratiempo, como una fisura en el colector de escape, la escasa retención del pedal del acelerador y lo perezoso que se mostraba con los puertos, hecho achacable a esta falta de aforamiento… Por el tema de la ruta de vuelta tuve el privilegio de poder elegirla, y aquí elegí el traslado más largo vía Zaragoza para enganchar con la autovía Mudéjar. El motivo es que era una ruta que la realicé con mi padre en 1978 y tenía el inmenso deseo de recordarla, pero yo en el puesto de mando, a las manos el volante y el cambio de bola que para un chaval de dieciséis años era un misterio indescifrable.
 
Expectación en el área de servicio
En Los Monegros llenamos el depósito y dirección Zaragoza donde enganchamos con la autovía Mudéjar –tranquila como de costumbre- y en lontananza el puerto de Paniza. Al llegar a Calamocha –después de más de tres horas- pensamos que era el momento de descansar y parar a comer en el área de servicio. La entrada al recinto fue todo un espectáculo para unos conductores veteranos que estaban observando nuestra maniobra. La charla con ellos fue todo un reencuentro con entendidos en la mecánica y conducción de los camiones Pegaso. El resumen no podía ser otro: ¡qué duro el caminito, eh! Nos despedimos de ellos pues marchaban en ruta hacia el norte, no sin antes pedirnos permiso para las fotografías de rigor.
 
Ya en casa
Arrancamos sin novedad y ya de un tirón decidimos enfilar la meta final. Entrando en la zona de Barracas el paisaje parecía una estampa navideña, pues la nevada de la semana anterior había sido histórica en Levante, y tanto los campos como las colinas circundantes más asemejaban la estepa rusa que una comarca cercana al Mediterráneo. Alrededor de las 20´30h. –después de ocho horas de conducción- hacíamos entrada en nuestro pueblo y en la cochera donde se le realizará el primer mantenimiento, puesta a punto y los papeles para matricularlo histórico.
 El Principito reinará, de nuevo, seguro.
 
Texto y fotos
Ángel Luis Yuste Navarro

  • Este vehículo es un auténtico rara avis en el mundo de los Pegaso; puesto que dos ejes hay varias decenas restaurados así como matriculados históricos. Pero tres ejes escasean.
  •  
  • Después de ocho horas de conducción, hacíamos entrada en nuestro pueblo y en la cochera donde se le realizará el primer mantenimiento, puesta a punto y los papeles para matricularlo histórico.
También te puede interesar