Óscar Duarte “5 Estrellas”: Pura pasión por el transporte (2ª Parte)

Continuamos recordando algunos de los camiones que han dejado huella en el sector del transporte a lo largo de la historia. En este artículo recordamos a algunos de ellos través de uno de los muchos autónomos que ha engrandecido este sector.

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Seguimos con el relato de Óscar: “Nos fuimos a una obra de once meses a Mallorca y allí fue donde me pusieron el mote de 5 Estrellas”, desvela. Antes de iniciar el periplo insular, estuvo trabajando en la obra de una presa en Guardiola de Bergueda (a unos 50km de Andorra) y allí tuvo la oportunidad de comprar casi de todo (microondas, tele, video, cafetera, mini cadena de música,..) hasta convertir su camión en un Hotel Renault 5 Estrellas.
Cuando volvió a Madrid, decidió poner su joya sobre ruedas en manos de Juan, de Artenruta, que hasta entonces sólo había aerografiado motos y coches y se enfrentaba a un gran reto: decorar su primer camión. El resultado fue notable y su Renault consiguió reconocimientos en alguna de las concentraciones de decorados y carreras de camiones en las que participó, como el 3ª premio del año 1995 en el circuito albaceteño de La Torrecica.
 
La familia creció
“Como todo seguía rodado, en junio de ese mismo año me compré un Volvo F-16 de 490cv con matricula de Barreiros (como veis me persiguen los Barreiros) M-4220-LP, al que también lleve a serigrafiar a Artenruta, con muchísimo más estilo que el Renault”, nos cuenta Óscar. Durante ocho meses mantuvo los dos camiones, hasta que empezó a flojear el trabajo, “y con mucha, muchísima pena” tuvo que vender su “5 Estrellas” a una empresa de gallega llamada Grúas Astilleros.
“La verdad es que el F-16 volaba, era un maquinón y trabajando en la paquetería más aun”, comenta con pasión Duarte. “En la ruta de la de Burgos (N 1) por la noche había otro F-16 igual que el mío, el de Isidro Cid de Transhaer, que también volaba y nos llamaban los F18 de la ruta”, rememora.
El lavado de cara a este camión fue tan significativo que su anterior dueño, después de hacerle fotos durante un rato en El Jarama, sólo lo pudo conocer por la matricula.
En el año 2000, cansado ya de hacer paquetería por la noche durante más de cinco años, “y con un par de sustos importantes, aunque sin incidentes”, Óscar decidió volver a probar suerte con las bañeras.
 
El boom de la construcción
La vuelta al sector de las bañeras no le fue mal, ya que en aquel momento se estaban haciendo varias obras importantes en Madrid: el aeropuerto, la M-45 y parte de la M-50, las radiales y diversas promociones de viviendas. En todas estas actuaciones, el Volvo respondió a la perfección, “ero se hizo viejo y lo vendí. La verdad es que me salió buenísimo”, recuerda. Este F-16 viajó hasta Arabia Saudí con 2.172.000 km “y sin tocar el motor”, remarca Duarte.
Después de esta buena experiencia, siguió apostando por Volvo y en 2003 adquirió un FH-12 de 420cv con el que trabajó hasta finales de 2006. Posteriormente, en febrero de 2007, compró un Volvo rígido pequeño con grúa, un FL-10 de 320cv, con el que continúo trabajando en pequeñas obras un par de años.
En febrero de 2009, adquirió un Iveco Stralis 430 blanco con 435.400 km pero, como suele ocurrir a veces con los vehículos de segunda mano, la experiencia no fue demasiado positiva. En  junio de 2010, cuando ya barajaba la posibilidad de subir a Holanda o Alemania a buscar un camión, una llamada de su sobrino le condujo hasta un  Volvo del 2006 con bañera. “Nos fuimos July y yo a verlo y era lo que estaba buscando: equipo hidráulico, llantas de aluminio, ruedas nuevas, aire acondicionado, pocos km (668.330) y siempre con contrato mantenimiento Volvo. Lo compré y de momento lo mantengo, ahora tiene 915.450 km  y va perfecto, la mejor compra que he hecho”, repasa este apasionado transportista.
Poco después, encontró trabajo al enganche con una góndola portacamiones y su familia de camiones creció con una nueva adquisición: un Iveco Stralis 480 del 2007, con 620.000 km y equipo hidráulico. Ambos vehículos, a día de hoy, continúan transportando camiones desde la factoría madrileña de Iveco hasta el puerto de Valencia.
 
Los clásicos de Óscar
Óscar ha tenido mucha suerte, como muchos otros, porque ha encontrado en July, su esposa, una compañera de afición, ayudante y lo que se le ponga por delante. Esta afición a los clásicos puede resultar difícil de comprender, pero si tu compañera la siente también, la comparte, o simplemente la entiende  se lleva muchísimo mejor.
Gracias a su esposa, una vez hace como 9 años en su pueblo natal El Recuenco (Guadalajara), les regalaron un 131 Sofin.  “Todos los vecinos del pueblo me empezaron a regalar coches o a vendérmelos baratos con la condición de que los cuidara o restaurara”, explica Óscar. Así empezó con los vehículos clásicos: el primero el Motocarro Trimak, después el Pegaso Cabezón, luego una Ebro F 108, después el Pegaso Troner 370 TS y por último (de momento) el Pegaso Troner 400.
Decidieron restaurar los vehículos en casa porque llevarlos a un taller “tiene un precio prohibitivo”. “Aprovechando que tenemos sitio y mi sobrino Cesar que es pintor pues nos tiramos a la piscina”, cuenta Darte. Tras varias restauraciones, ahora le toca el turno al Pegaso Cabezón. Su estado es bastante malo y en esta ocasión no podrán cumplir con su objetivo habitual: 40 días para restaurar. “Le añadiremos un cero más, lo haremos en 400 días”, bromea.
 
Texto y fotos: Óscar Duarte y Gonzalo Garós.

  • “La verdad es que el Volvo F-16 volaba, era un maquinón y trabajando en la paquetería más aún”, comenta con pasión Duarte.
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  • Óscar ha tenido mucha suerte porque ha encontrado en July, su esposa, una compañera de afición. Ambos son unos apasionados de los camiones clásicos.
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  • Su siguiente reto es restaurar un Pegaso Cabezón. Su estado es bastante malo y en esta ocasión no podrán cumplir con su objetivo habitual: 40 días para restaurar. “Le añadiremos un cero más, lo haremos en 400 días”, bromea. 
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