Desde la IRU advierten que una implementación justa y equilibrada es esencial. El sector teme que los objetivos de descarbonización puedan poner en riesgo la competitividad de los operadores de transporte por carretera y la estabilidad de las cadenas de suministro europeas.
Una propuesta con avances, pero también con rigidez
La Comisión Europea presentó esta semana un texto revisado que busca mejorar la claridad legal y adaptar la directiva a los últimos estándares de emisiones de CO₂ para vehículos pesados, remolques y semirremolques.
Aunque mantiene los objetivos originales, la IRU alerta de que el nuevo planteamiento refuerza un sistema rígido, ya que vincula la variación de peajes únicamente a parámetros de CO₂. Esta metodología, según el organismo, ignora las alternativas de combustibles bajos en carbono o neutros en CO₂ y penaliza a las flotas que apuestan por vehículos transformados, de doble combustible o vocacionales.
“Una simplificación que no lo es”
Raluca Marian, directora de la IRU en la UE, subrayó: “Esto se presenta como un ejercicio de simplificación, pero en realidad refuerza un sistema rígido. La variación de peajes sigue bloqueada en los parámetros de CO₂, sin reconocer otras alternativas sostenibles.”
Asimismo, criticó que las nuevas reglas de clasificación restan flexibilidad y castigan a los operadores que invierten en soluciones distintas a la electrificación.
«La variación de peajes sigue bloqueada en los parámetros de CO₂, sin reconocer otras alternativas sostenibles»
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Aspectos sin resolver en la Directiva Euroviñeta
La revisión, según la IRU, no soluciona problemas clave:
Persiste la falta de claridad sobre la clasificación de remolques y semirremolques.
No se definen con precisión las fechas de aplicación del sistema VECTO ni los estándares de CO₂ para primeras matriculaciones.
Se desaprovecha la oportunidad de reinvertir los ingresos derivados del CO₂ en la descarbonización del transporte por carretera.
Una llamada a los legisladores europeos
La IRU insta a los responsables políticos de la UE a aprovechar la oportunidad de crear un sistema de peajes más justo, flexible y adaptado al futuro. Un modelo que apoye todas las vías tecnológicas hacia la descarbonización y que respalde a las empresas que garantizan el movimiento de mercancías y personas en Europa.