Y si la carga no se asegura como debe —cinchas de amarre, sacos hinchables ProBag, pernos deslizantes— el resultado suele ser catastrófico: daños visibles al abrir la puerta del camión o del contenedor. ¿Y ahora qué? ¿Quién asume la responsabilidad? ¿El transportista, el cargador, el seguro?
La respuesta no siempre es inmediata y depende de varios factores. Pero hay un principio que conviene tener claro desde el principio: la forma en la que se haya preparado y asegurado la carga lo condiciona casi todo.
Responsabilidad compartida, pero no difusa
En la mayoría de los contratos de transporte terrestre —por carretera o por ferrocarril— la responsabilidad del transportista comienza en el momento en que recibe la carga y termina cuando la entrega. Pero hay matices. Si la carga se ha desplazado porque iba mal sujeta, se abre una doble vía: ¿quién fue el encargado de la estiba? ¿Fue el cargador, que la preparó antes de la recogida? ¿O fue el transportista, que aceptó la carga tal cual sin revisarla?
En la práctica, muchas veces el transportista se ve como responsable directo, pero si puede demostrar que no intervino en la manipulación, puede librarse de la culpa. Y si hubo negligencia por parte del cargador (por ejemplo, no utilizar material adecuado para fijar una maquinaria pesada), la responsabilidad recae sobre este último.
La importancia de documentar todo lo relativo a la carga
Uno de los errores más habituales es no dejar constancia por escrito de cómo debe ir asegurada la carga o de quién se encarga de hacerlo. Cuando no queda claro, empiezan los malentendidos. Esta es la razón por la que cada vez más empresas incorporan protocolos en la documentación del transporte: fichas técnicas, fotos previas o cláusulas donde se establece quién se hace cargo de la estiba.
Además de protegerse frente a posibles reclamaciones, este tipo de medidas agilizan el proceso en caso de siniestro. Porque cuando los daños ya están hechos, lo último que se necesita es un cruce de acusaciones sin base documental.
¿Y qué pasa con el seguro?
Aquí entra en juego el seguro de mercancías. Si el transportista cuenta con un seguro que cubre daños por desplazamiento interno —algo que no todos los seguros estándar incluyen—, puede activarse la cobertura, aunque habrá que determinar si hubo mala praxis. En cambio, si la mercancía no estaba correctamente sujeta y el seguro lo considera un caso de embalaje inadecuado, la reclamación puede quedar rechazada.
De ahí que muchas compañías cargadoras también cuenten con seguros propios que protegen sus productos en tránsito, sin depender del seguro del transportista.
Evitar el problema con la carga antes de que ocurra
Como casi siempre en logística, prevenir es más rentable que resolver. Los daños por desplazamiento pueden implicar miles de euros en pérdidas, retrasos en la entrega, disputas contractuales y pérdida de confianza entre partes. En el sector logístico europeo, las estimaciones de asociaciones y operadores suelen situar la tasa de daños entre el 1% y el 3% de los envíos, aunque este dato varía según el tipo de producto, embalaje y operador.
Aplicando de forma orientativa ese rango al volumen español, podrían producirse entre 10 y 30 millones de paquetes dañados al año. Solo en 2023, se entregaron más de 1.014 millones de paquetes en España, por lo que las cantidades pueden llegar a ser cuantiosas en términos económicos.