El ETS 2 no actuará directamente sobre los transportistas, sino que se aplicará a los distribuidores de carburantes, que deberán adquirir derechos de emisión por el CO₂ emitido por el combustible que venden. Sin embargo, es evidente que este coste adicional se trasladará progresivamente a los consumidores finales, en este caso, a las empresas de transporte. El sistema arrancará en 2027 con un precio de 45 € por tonelada, lo que equivale a unos 12 cts./litro. Este valor estará limitado durante los 3 primeros años (salvo la inflación) para evitar distorsiones excesivas. A partir de 2030, el precio lo establecerá libremente el mercado. Este incremento en el coste del combustible supone un nuevo estímulo para acelerar la transición hacia tecnologías más limpias.
El sistema arrancará en 2027 con un precio de 45 € por tonelada, lo que equivale a unos 12 cts./litro. Este valor estará limitado durante los 3 primeros años (salvo la inflación) para evitar distorsiones excesivas. A partir de 2030, el precio lo establecerá libremente el mercado
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Impacto sobre el modelo de negocio
Para muchas flotas de transporte por carretera, especialmente aquellas con márgenes operativos reducidos, esta presión económica añadida podría generar una pérdida de competitividad si no se toman medidas de adaptación. En este contexto, optimizar la eficiencia energética, renovar progresivamente la flota con vehículos de cero emisiones y explorar opciones como los biocombustibles sostenibles dejarán de ser acciones voluntarias para convertirse en elementos clave de supervivencia empresarial.
Por otro lado, el sistema ETS 2 podría acelerar un cambio estructural en el mercado. Las empresas más grandes, con mayor capacidad de inversión y planificación estratégica, estarán mejor posicionadas para absorber el impacto de esta nueva normativa. Esto puede derivar en un proceso de consolidación del sector, donde los pequeños operadores sin margen de maniobra se vean forzados a fusionarse o abandonar el mercado.
Cambio estructural en el mercado: Las empresas más grandes, con mayor capacidad de inversión y planificación estratégica, estarán mejor posicionadas para absorber el impacto de esta nueva normativa
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Necesidad de anticipación
A diferencia de otras normativas medioambientales, el ETS 2 introduce un coste real y cuantificable al uso de combustibles fósiles, lo que genera una señal de precio inmediata. Esto requiere que los empresarios del transporte empiecen ya a planificar su transición energética, evaluando con precisión el coste futuro de sus operaciones si mantienen sus flotas actuales, y comparándolo con las inversiones necesarias para descarbonizar progresivamente su actividad.
Los empresarios del transporte deben empezar ya a planificar su transición energética
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Además, es probable que las ayudas públicas para la renovación de flotas y el desarrollo de infraestructura energética (electrolineras, hidrogeneras…) se vuelvan más estratégicas que nunca. Las asociaciones sectoriales deberán jugar un papel clave en la interlocución con las administraciones para asegurar que esta transición sea económicamente viable y socialmente justa.
Conclusión: un cambio que puede convertirse en oportunidad
El ETS 2 supone un cambio de paradigma: quien contamina, paga. Pero también abre la puerta a nuevas oportunidades para quienes sepan adaptarse antes que el resto. Apostar por la eficiencia, la innovación y la sostenibilidad ya no es solo una cuestión reputacional, sino una ventaja competitiva tangible.
La pregunta que deberían hacerse todos los responsables de flotas es clara: ¿estamos preparados para operar en un mercado donde cada litro de diésel tiene un coste climático directo? Para garantizar una transición eficiente y rentable, nada mejor que contar con asesoramiento especializado de expertos en el sector.