Las emisiones provenientes del transporte – encabezadas por el tráfico aéreo, que casi se duplicó – subieron de media un 25 por ciento en Europa entre 1990 y 2004, aunque la mayoría de los Estados miembros de la Unión lograron reducir las de otros sectores, como la industria o la agricultura.
El transporte, que utiliza sobre todo petróleo, supone alrededor de una quinta parte de las emisiones europeas de los gases que atrapan el calor procedente de actividades humanas. Los coches y camiones constituyen más del 90 por ciento de estas emisiones, por delante de barcos, aviones y trenes.
Según el Protocolo de Kioto, para 2008-12 la Unión Europea tendría que haber recortado las emisiones de los gases de efecto invernadero en un ocho por ciento respecto a los niveles de 1990. En 2004, la reducción era del 0,6 por ciento.