El objetivo es cambiar los hábitos y costumbres del conductor actual, para poder reducir de esta forma el consumo de combustible y las emisiones de CO2, para poder minimizar su huella de carbono al máximo.
De esta forma, simplemente manteniendo la presión correcta de los neumáticos, se alargaría la vida útil de todos los neumáticos un 25%, lo que equivaldría a una reducción anual de más de 1.320 millones de litros de combustible y más de 2 millones de toneladas de emisiones de CO2 al medio ambiente.
La huella de carbono se conoce como “la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto”. Tal impacto ambiental es medido llevando a cabo un inventario de emisiones de GEI o un análisis de ciclo de vida según la tipología de huella, siguiendo normativas internacionales reconocidas, tales como ISO 14064, PAS 2050 o GHG Protocol entre otras. La huella de carbono se mide en masa de CO2 equivalente. Una vez conocido el tamaño y la huella, es posible implementar una estrategia de reducción y/o compensación de emisiones, a través de diferentes programas, públicos o privados.
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- Un 20% de exceso o de falta de presión reduce la vida de los neumáticos un 25%.
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